Energía Sostenible, Turismo y Reversión de la Despoblación.

¿Qué relación tienen estas tres variables? Si las coordinamos entre sí y las utilizamos de forma inteligente tendrán mucha relación. Así, el uso de la energía sostenible en el turismo rural puede ser una de las soluciones de más impacto transformador para revertir la despoblación.

Yo suelo decir que la despoblación se ha producido por dos grandes variables. Una es la evolución de nuestra sociedad hacia un modelo más urbano, donde el icono del triunfo personal, de las aspiraciones de pertenecer a una sociedad más moderna, el acceso a mejores puestos de trabajo y mejor remunerados, el acceso a un universo de diversidad cultural, la imagen cineasta de “cool”, etc., se han decantado por el modelo de vida “urbanita”. Otra variable es el poder de decisión de alguien que, hace muchos años, decidió vaciar el mundo rural en favor del urbano. Así, líneas de trenes desaparecieron, minas de carbón cerraron, apuestas por las autopistas radiales, abandono de las rutas rurales, mega inversiones en solo unas cuantas ciudades españolas (aeropuertos, puertos y estaciones de tren) y un largo etc. En resumen, hay una tendencia hacia la concentración de la población en entornos urbanos y además alguien decidió que los pueblos se deshabitasen. 

A finales de los años 80 y comienzo de los años 90, el turismo rural emerge como una solución laboral para aquellos territorios que tienen que reconvertir sus estructuras productivas, debido a la menor demanda de mano de obra para producir en el sector Agro. En los siguientes años, inversiones de fondos FEDER, programas PRODER y LEADER, permitieron realizar infraestructuras en zonas rurales, y en el caso que nos ocupa, tejer una red de establecimientos de hostelería, hoteleros y centros de interpretación. Por un lado, hubo quien dijo que estábamos condenando a la población rural a ser camareros de baja remuneración, como solución a la transformación agraria, por otro, muchos ciudadanos encontraron un trabajo muy digno que permitía seguir conectados con su origen.

Desde el mundo urbano, conocer el campo, pasear, pasar unos días desconectados del trasiego del tráfico de la ciudad, es toda una experiencia que compite con otros periodos vacacionales disfrutados en la playa o en ciudades monumentales. Pero la alternativa de turismo rural llevaba asociado, para la cliente urbanita, una variable precio, suponiendo que debía ser inferior al resto de alternativas de destinos turísticos tradicionales. Se suponía que una estancia en un hotel rural debería ser más económica que una en un hotel urbano, al igual que una degustación en un restaurante rural, en relación con los habituales precios de la ciudad. Aquí es donde, personalmente, veo que se constata una mirada por encima del hombro desde el ámbito urbano al rural, que llevado al extremo ha desencadenado hoy en día en las conocidas tractoradas, que están cortando las vías de comunicación de entrada a grandes ciudades españolas, como protesta por la situación del campo. El título del libro de Manuel Pimentel, “La venganza del campo”, nos ilustra sobre la falta de consideración que el mundo agrario ha sentido.

El turismo es una de las industrias más importante de nuestro País (11,6% de PIB y 9,3% del empleo en 2022 según INE), a su vez, la oferta rural (11,9% del gasto total turístico en 2023, según datos de CaixaBank) ya no complementa de forma residual la oferta de sol y playa, sino que compite, como un subsector que después de la pandemia Covid se erige como un modelo de turismo más sostenible, más sano, más respetuoso con todos sus stakeholders. Las críticas a que España es un país de restaurantes y hoteles no las entiendo. Cualquier gran ciudad mundial depende en gran medida de la industria del turismo, Nueva York, Londres, Paris, Tokio, Buenos Aires, Abu Dhabi, etc. ¿Por qué en una España tan diversa, con tantos entornos agradables, no vamos a tener una industria turística potente? Otra cosa es que la rentabilidad para los trabajadores de este sector sea más baja de lo que desearíamos. Una oferta centrada en conectar con clientes de mayor poder adquisitivo, o dispuestos a pagar un precio más justo por servicios premium sostenibles, ofreciendo productos de mayor calidad aún, mejoraría la participación del Turismo, especialmente en áreas rurales, en el PIB nacional. 

En la competitividad del sector turístico, el turismo rural tiene mucho que decir y aportar. El mantenimiento de la población en el campo sigue dependiendo de negocios que tienen sentido solo si se presta el servicio desde ahí. La industria Agro seguirá siendo la principal razón del mantenimiento de la población en el ámbito rural, pero con las nuevas oportunidades de generación de energía sostenible responsable, las industrias tendrán grandes ventajas de costes al instalarse en entornos rurales donde la generación eléctrica a partir del sol es posible. El campo ya es más competitivo que las ciudades para abastecer de energía sostenible y barata, uno de los inputs de consumo más estratégico. No planteo que el coste de la energía de la red general varíe en España dependiendo de dónde la consumamos, sino que la industria ubicada en entornos rurales produzca su propia energía a partir de plantas solares de las que sea propietaria o copropietaria con empresas especializadas en gestión de la energía. 

Ahora bien, el turismo rural tiene que aprovechar su ubicación, en emplazamientos que sí hay espacio para ser autosuficientes en el consumo de la energía. Costes reducidos aumentarán su rentabilidad, uso de sistemas de gestión muy sostenibles le conectarán con nuevos públicos preocupados por la sostenibilidad global. La ecuación del resultado empresarial, menos costes de energía, mayor contribución a la sostenibilidad y mayor conexión con clientes con conciencia ambiental del Planeta, permitirá pagar sueldos mejor remunerados y luchar contra la despoblación. 

El mundo rural tiene una oportunidad de oro para ser más competitivo: abastecer el cambio de preferencias de los turistas domésticos por el turismo rural después de la Covid, el uso de energías sostenibles responsables que permitan la recuperación de la biodiversidad, eficiencia en costes, el uso de nuevas soluciones digitales. El turismo rural actúa como diversificación de ingresos, con menos estacionalidad temporal, mayor diversificación geográfica, con capacidad para descongestionar los puntos calientes de las principales plazas turísticas españolas y, sobre todo, para reducir los desaires que desde el mundo urbanita hemos hecho al campo y se revierta la despoblación.

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