BBVA vs Sabadell: más que una OPA, una lucha por el tamaño y el poder
El equilibrio es delicado.
Las grandes transformaciones (digitales, energéticas, tecnológicas) necesitan una enorme capacidad financiera. Para competir en el mundo, los bancos necesitan tamaño, y Europa carece de una gran entidad financiera capaz de rivalizar con los gigantes estadounidenses. Por eso y por los diferentes sistemas de regulación, gran parte del ahorro europeo acaba gestionado por inversiones en EE.UU.
Sin embargo, crecer tiene un precio: menos competencia. Si BBVA absorbe a Sabadell, el mercado español se concentrará más. Y eso afecta, sobre todo, a las pymes, que son el corazón del negocio de Sabadell.
Las negociaciones entre ambos bancos fracasaron: ni coincidían en los puestos directivos del futuro grupo ni en el valor que BBVA ofrecía por las acciones. Así, BBVA decidió ir por su cuenta y lanzó una OPA hostil, una oferta pública de adquisición sin el consentimiento de Sabadell.
Desde entonces, los dos bancos compiten no solo en los mercados, sino también en la opinión pública.
BBVA quiere convencer a todos, accionistas, sociedad y gobierno, de que su propuesta es buena para España y para Europa. Incluso anima a nuevos inversores a comprar acciones de Sabadell para poder venderlas después a BBVA.
Sabadell, en cambio, pide a sus accionistas que no hagan nada, que no vendan, y argumenta que el valor del banco ya ha subido (precisamente por la OPA).
El resultado dependerá del porcentaje de acciones que BBVA consiga comprar: ese será el termómetro del control.
Mientras tanto, Sabadell ha buscado apoyo político. Desde Cataluña ha presionado al Gobierno para imponer condiciones: no cerrar oficinas, no despedir empleados y mantener ambas marcas. BBVA replica que con tantas limitaciones no puede ofrecer un precio mayor.
Detrás de todo esto hay dos visiones de país.
Una, la de quienes creen que España necesita grandes bancos para competir en el tablero europeo.
Otra, la de quienes defienden que la diversidad y la competencia local son esenciales para las pymes y los consumidores.
¿A los usuarios nos interesa que haya más bancos españoles? Sí.
¿A las grandes inversiones les conviene que existan bancos más potentes? También.
¿España gana peso en Europa si tiene entidades grandes? Probablemente sí.
La pregunta de fondo es otra:
¿Preferimos ganar unas décimas más de rentabilidad por nuestros ahorros y pagar unas décimas menos por préstamos o que existan motores económicos capaces de generar empleo y resistir frente a China o EE.UU.?
Las fábricas de coches europeas están al borde del cierre, y los puertos españoles se llenan de vehículos chinos. La batalla financiera no es menor: define quién podrá invertir, innovar y pagar buenos sueldos en el futuro.
Y aunque la mayoría no tengamos acciones de BBVA ni de Sabadell, ambos bancos nos bombardean con publicidad. ¿Por qué?
Porque buscan legitimidad social. Porque ya no solo se juegan una compra, sino su posición como actor principal en la economía española.
En el fondo, esta OPA hostil no es una guerra de números, sino de narrativas.
¿Queremos un gran campeón nacional o un sistema más plural?
La pregunta final es casi cultural:
¿Nesquik o ColaCao?