Competir con personas

Las empresas no existen, existen las personas.


Competir en costes, competir en segmentación, competir en especificidad o con una combinación de estas tres estrategias es a lo que nos acostumbró Porter. ¿Y si compitiésemos por tener al mejor equipo? ¿Hay hueco para este objetivo en estas estrategias? Sí.


Vamos a un restaurante porque deseamos comer de la mano de una cocinera Michelin, contratamos a una consultora porque confiamos en un consultor determinado, compramos en un supermercado porque nos atienden muy bien y somos asiduos lectores de un dominical donde escribe nuestra periodista preferida. Sin duda, somos usuarios de estas empresas por el valor que nos ofrecen las personas que trabajan en ellas. Podríamos decir que compiten con personas.


Pero el mero hecho de contar con los mejores no significa que tengamos éxito (que se lo digan al Real Madrid o al F.C. Barcelona según la temporada). Los mejores talentos individuales necesitan una integración que solo es posible si la estructura de trabajo ha sido construida en equipo.

Crear Valor
En los nuevos tiempos que vienen, de crecimiento económico, vamos a tener que intensificar la estrategia de ofrecer a los clientes servicios prestados por las mejores personas. Inversiones en I+D+i, reducción de costes, aperturas a nuevos mercados…todo eso es necesario, pero recordemos que el componente personal es la mayor diferenciación para crear valor, las personas son únicas. Lograr que los equipos de trabajo funcionen se ha convertido en la principal actividad empresarial que los clientes saben apreciar, volviendo a confiar en nuestra empresa o simplemente interesándose por quien presta el servicio. Cuando en un Hotel los huéspedes preguntan por la camarera de piso para darle la enhorabuena por los detalles de la habitación o por el nombre del recepcionista que les aconsejó el restaurante de anoche, ese Hotel tendrá muchos clientes. Competir por tener el mejor sistema de reservas y no hacerlo para tener el mejor compromiso de los trabajadores no es bueno, es contraproducente. Comprendo perfectamente a Ana Botín en su deseo de competir para que su Banco sea el mejor para trabajar. 

La competencia entre la economía europea y las emergentes (líderes en costes) bien podrá determinarla la implicación de las personas en los objetivos de sus empresas. En esta competición no bastará con ofrecer un manzana de color diferente sino que además será muy importante la persona que nos la ofrezca.

Aunque vienen nuevos aires de crecimiento, éste no traerá altas cotas de aumento de beneficios  que permitan contratar a los mejores solo a golpe de talonario. La recompensa por trabajar intensificará conceptos de conciliación personal, auto realización y conexión con valores. De ser cierto, los primeros beneficiarios serán los clientes al tener mejores servicios. 
 
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